Ya no estoy aquí: así también es Monterrey

Los "cholombianos" o "kolombianos", una cultura nacida y desarrollada en la ciudad de Monterrey, al noreste de México. Más o menos en la época del 2007, esta tribu urbana vio sus comienzos; yo empezaba la secundaria. Empezaba a ser normal ver a muchachos fuera de la escuela con peinados donde el exceso de gel era primordial y el cabello largo lo pegaban a los costados de sus rostros. Ver cómo mis compañeros, apenas salíamos del plantel, se revolvían el cabello y se lo acomodaban de esta forma. Las niñas recogían su cabello y lo dejaban justo arriba de la cabeza, el característico "chongo de palmera", y usaban paliacates o bandas para adornarlo. Fue ya en los años 2010-2011 que tuvo su mayor esplendor.

Sin embargo, debo aclarar que mi contacto con esta manifestación cultural y social fue solo un pincelazo. La colonia donde se encuentra la secundaria donde estudié es una de las aledañas al "Penny Riel", locación que aparece en la película. Como menciona Ulises, el protagonista y líder de los Terkos, ellos eran parte del "Símbolo Star": una estrella que une 5 puntos cardinales en el mapa. Los Terkos bajaban de "La campana" y "La indepe" hacia la zona noreste de la ciudad central de Monterrey, en donde habitaban estos otros grupos pequeños y todos juntos empezaron a crear una comunidad. Desconozco qué puntos son a los que se refiere, pero conociendo mi estado, muy probablemente los municipios que abarca este símbolo son Monterrey, Escobedo, Guadalupe, Santa Catarina y Apodaca. Si alguien sabe más al respecto sobre esto, por favor compártelo en los comentarios.

Después de este relato sobre mi poco contacto con los cholombianos y que espero sirva un poco de contexto, pasemos a la película.

Ficha técnica:
Título original: Ya no estoy aquí
Año: 2019
Duración: 112 min.
Director y guionista: Fernando Frías de la Parra
Fotografía: Damián García
Género: Drama



"Ya no estoy aquí" (2019) de Fernando Frías de la Parra, recién estrenada en Netflix, retrata fielmente el ambiente de esta contracultura: Ulises, un chico de 17 años que vive en La independencia junto a su madre y sus dos hermanos pequeños, es el líder de los Terkos, una pandilla de la cual lo más característico es que les gusta bailar cumbias rebajadas, un estilo particular donde las cumbias originales son ralentizadas para que el ritmo sea más suave y profundo. Junto a sus amigos el Jeremy, el Isaí y la Chaparra, entre otros, pasa sus días en construcciones abandonadas perfeccionando su baile mientras escucha música. Todo esto ocurre en el barrio de "La indepe", colonia muy popular en Monterrey, donde se puede notar una vida precaria y habitualidad a la violencia. Es el 2011, el año cuando explotó la ola de violencia en la ciudad, cuando empezaron a ser noticia diaria los colgados, los bloqueos y las balaceras. Los Terkos viven en paz, llevándose bien con sus camaradas, de vez en cuando asaltando a chavitos de las escuelas de la colonia, quitándoles su dinero. Debido a un malentendido, Ulises es amenazado por el cártel que empezaba a ganar terreno en la zona, presenciando el asesinato de sus vecinos. A partir de aquí, parecido a la Odisea del Ulises griego, Ulises tiene que abandonar su ciudad para no perjudicar a su familia, llegando hasta Queens, Nueva York.

Esta parte de la historia me pareció bastante interesante porque vemos cómo Ulises se aferra a aquéllo que le da identidad, que le da un sentido de pertenencia, en esta ciudad donde convergen tantas corrientes culturales distintas. En Nueva York es visto con fascinación, pero no por eso aceptado; me dio la sensación que la gente lo veía como una criatura exótica en exhibición. Aunque llega a sufrir la marginación y discriminación por parte de los ciudadanos neoyorquinos, también recibe su apoyo: principalmente de parte de Lin, una chica de origen chino y de una mujer colombiana que conoce en una especie de bar. Curiosamente, personas que pertenecen también a ese sector discriminado: los inmigrantes. Y en este punto es inevitable notar el tema de la migración en esta película. 
Fueron muchos los factores por los cuáles Ulises no logró adaptarse a este espacio, los cuáles ocurren en la vida real a muchas personas: las barreras del idioma, la falta de oportunidades, no tener los papeles necesarios, precariedad económica, etc. y en ese sentido fue bastante realista. Al final, Ulises es recogido de una banqueta, drogado, y llevado a uno de los tantos centros de deportación. Tiene que esperar meses encerrado para por fin volver a su hogar, a aquél lugar añorado, a su "terruño hermoso metido en la cordillera".

A la par de la estadía de Ulises en Nueva York, observamos la situación de su colonia de origen: cómo un famoso cártel se posiciona y corrompe a los amigos de Ulises, cómo de manera inevitable todo cambia para mal. Y esta es la realidad con la que se topa Ulises al volver: su barrio ya no es su barrio, sus amigos ya no están, mientras él sube el volumen de la música y sigue bailando hasta el fin.




He leído muchos comentarios sobre el desarrollo de la historia, que "no existe una historia", que el personaje de Ulises "nunca evoluciona" y que realmente no se está contando nada. Creo que no hay nada más errado. 

Aquí se está contando la historia de un ambiente y de su expresión cultural, ese es el verdadero protagonista. Ulises es el que nos lleva de la mano para conocer el contexto de todo esto: de la cultura cholombiana y su inevitable relación con la violencia. Lo que nos atañe es el ambiente, las costumbres, las expresiones de identidad, el sentido de pertenencia de esta cultura, de su día a día, y de su corrupción. El ambiente es el que se altera, evoluciona. Y Ulises, perteneciente a este ambiente, se ve obligado a cambiar, pero es un cambio que no veremos en pantalla.

Aplaudo mucho el respeto con que el director y guionista Fernando Frías trata a la cultura cholombiana. No hace una caricatura, una exageración ni tampoco una santificación; la muestra tal cual, con sus terribles lados oscuros pero también con sus evidentes rasgos nobles, demostrando que muchos aspectos que se tenían por verdaderos de los cholos kolombia son meros prejuicios y discriminación de la misma sociedad regiomontana. Y lo digo por experiencia propia también, lo poco que pude convivir con compañeros que pertenecieron a los Terkos no fue tan desagradable como se puede pensar; eran adolescentes como todos, unos muy tranquilos y amigables, otros que sí les gustaba el desmadre.

Los aspectos técnicos me parecen acordes y funcionables en todo sentido, no siento que haya algo de más. La fotografía es poderosa y cruda, íntima; el soundtrack es un retrato fiel de todo lo que se cuenta: Celso Piña, Lisandro Meza, Aniceto Molina y su Conjunto, Inspiración Colombiana, La Tropa Vallenata, entre otros, que a los que estamos familiarizados con estas canciones nos dan ganas de bailar cada que una canción se escucha. 

Ahora bien, la actuación: es muy evidente que los actores no son actores, sin embargo, no podemos decir que no están actuando (suena a contradicción pero no es así). En varias entrevistas, los muchachos del elenco relataron que fueron "ellos mismos" en la película; es entendible, ya que ellos sienten que no están "fingiendo" o retratando algo que no son, pero al momento de "ser ellos mismos" para un público, están actuando. Es una cuestión filosófica complicada y en la cual no voy a ahondar, ya que pertenece a las teorías de actuación que estudiamos en teatro. Solo diré que en general, las actuaciones estuvieron en tono y forma para la película, punto.

Es una buena película, es honesta y realista. Se nota la dedicación e importancia que le da el equipo que participa, y es muy refrescante ver algo así en pantalla. Es un retrato de ese Monterrey del que la mayoría de los regiomontanos voltea los ojos y cambia de tema, del que los "regios bien" de la Del Valle y Cumbres (colonias de "buena posición" social en Monterrey) se burlan o discriminan. Qué gusto que hablen de ese Monterrey. Y digo qué gusto porque así evidencia el tremendo clasismo y discriminación que se vive dentro de mi ciudad, de estos pseudo-intelectuales clasemedieros ególatras que exclaman que esta película NO los representa, cuando en ningún momento esta película buscó ni pretendió representarlos. 

Ver "Ya no estoy aquí" me trajo muchos recuerdos de mi pubertad, ya que yo soy de esa generación que vivió el boom de las cumbias rebajadas y los bailes y vestimentas extravagantes que las acompañan. Y la verdad fue muy grato ver que se hable de algo tan propio y tan específico de Monterrey. Los cholombianos también son Monterrey.




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